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"La armonía de los mundos: cuando la astronoía escapó de la Astrología"

  • Foto del escritor: Alberto Pisabarro
    Alberto Pisabarro
  • hace 5 días
  • 4 Min. de lectura
“La ciencia nos permite aproximarnos, con humildad y admiración, a la gran armonía del universo.”


Siempre me fascinó la música, incluso antes de entenderla. Recuerdo que, de niño, me quedaba absorto escuchando una y otra vez el disco The Songs of Distant Earth de Mike Oldfield en el Seat 131 de mi padre. Lo escuché tantas veces que la cinta de casete llegó a borrar las letras impresas en ella. Algo parecido me ocurrió con la ciencia: desde temprano, las estrellas, los planetas y los misterios del universo despertaban en mí una mezcla de curiosidad y asombro.

Y creo que nunca imaginé que ambas pasiones —la música y la ciencia— pudieran unirse con tanta elegancia… hasta que vi ese episodio de Cosmos. Fue como descubrir que dos lenguajes distintos podían expresar lo mismo, de maneras complementarias: que el universo tiene ritmo, armonía, incluso belleza.



En La armonía de los mundos, Carl Sagan nos cuenta la historia de Johannes Kepler, un hombre que quiso entender el movimiento de los planetas… y encontró belleza en su precisión. Me conmovió descubrir que Kepler no solo fue un gran científico, sino un soñador, alguien que creía que el universo tenía una melodía propia. Su fe no estaba en los dogmas, sino en que la naturaleza tenía sentido, que el caos podía revelarse como un orden oculto si se sabía escuchar con atención.

Este episodio me ayudó a entender que la ciencia no es fría ni distante: es profundamente humana, hecha de pasiones, errores, obsesiones y poesía. Nos mostró que detrás de cada fórmula puede haber una historia de amor por el conocimiento.


Como dice Carl Sagan en Cosmos:

"Cuando [Kepler] descubrió que sus creencias largamente acariciadas no concordaban con las observaciones más precisas, aceptó los desagradables hechos".

Prefirió la dura realidad a sus más queridas ilusiones. Para mí, ese es el corazón de la ciencia.


Diría que este episodio tiene un aire casi teatral, con recreaciones de la vida de Kepler que muestran no solo su genio, sino también su humanidad. No es el retrato clásico del científico frío y metódico, sino el de un hombre apasionado, profundamente emocional, que luchaba por comprender el universo tanto con la razón como con el corazón.

Se nos muestra a un hombre enfrentado a su tiempo, atrapado entre la superstición y el método científico, pero decidido a encontrar orden en el caos. Kepler vivió en una Europa marcada por guerras religiosas, prejuicios y un pensamiento aún dominado por la astrología y las creencias dogmáticas. Sin embargo, no se resignó. Quiso mirar más allá.

Me impactó profundamente su conflicto interior: cómo quería reconciliar la astrología con la ciencia, cómo luchaba por explicar lo inexplicable sin renunciar al asombro. Era como si se negara a elegir entre la razón y la belleza, y decidiera buscar una síntesis. Fue un hombre que sufrió pérdidas dolorosas, la muerte de familiares, la pobreza, la persecución religiosa y aun así perseveró. No por ambición, sino por una convicción íntima: los planetas se movían con una lógica, y él debía descubrirla.

Y lo logró. Sus leyes del movimiento planetario no solo transformaron la astronomía, sino que abrieron el camino para Newton, Einstein y para todos los que miramos al cielo con preguntas. Pero lo más inspirador es que lo hizo desde la duda, desde la fragilidad humana, no desde la soberbia. Su historia me hizo pensar que la ciencia avanza no solo con ecuaciones, sino también con esperanza



Algunas curiosidades interesantes:

  • Kepler escribió Harmonices Mundi (“La armonía del mundo”), donde intentó describir los movimientos planetarios como una especie de música celeste, asignando notas a los planetas según sus órbitas.

  • El episodio refleja cómo Sagan valoraba tanto la emoción como la lógica: para él, la ciencia era una forma de arte, una manera de conectar lo racional con lo espiritual.

  • En una época de oscuridad religiosa, Kepler fue uno de los primeros en aplicar las matemáticas para entender el cielo, dejando atrás los dogmas y abriendo el camino hacia una cosmología basada en leyes naturales.

  • A pesar de su formación religiosa, Kepler fue acusado de herejía en más de una ocasión, y tuvo que defender no solo sus ideas científicas, sino también a su madre, acusada de brujería.



Este episodio me recuerda que la ciencia también es un acto de fe, pero no en dioses ni doctrinas, sino en la idea de que el universo puede entenderse. Que no todo es azar ni castigo divino, sino que existe un orden, una música esperando a ser escuchada, si sabemos prestar atención.

Kepler la oyó, y yo diría que Sagan también. Gracias a ellos, muchos de nosotros hemos aprendido a afinar el oído para escuchar la armonía de los mundos. Entendí que buscar conocimiento no es simplemente acumular datos, sino aprender a ver la belleza y la armonía del mundo que nos rodea.

Me quedo con la sensación de que la ciencia, cuando se practica con sensibilidad y profundidad, no se aleja del arte ni de la espiritualidad. Al contrario, se convierte en una forma de comunión con el universo. Y eso, para mí, es lo que hace que este episodio sea tan inolvidable.


Temas clave del episodio:

  • La vida y obra de Johannes Kepler

  • El paso de la astrología a la astronomía como ciencia

  • El conflicto entre creencias místicas y pensamiento racional

  • La búsqueda de patrones en el cosmos

  • La relación entre ciencia, arte y espiritualidad


Así termina La armonía de los mundos, un episodio que nos invita a escuchar la música del universo con oídos nuevos. La historia de Kepler nos recuerda que la ciencia nace de la pasión, del asombro y de la voluntad de comprender más allá de los límites impuestos por la tradición.

Pero el viaje apenas comienza. En el próximo capítulo de Cosmos, Sagan nos llevará más lejos aún, al corazón de las estrellas, para explorar cómo el universo forjó los elementos que nos componen. Si Kepler nos enseñó a encontrar orden en el cielo, el episodio 4 nos revelará de qué está hecho ese cielo. Nos vemos la próxima semana para descubrir Cielo e infierno.



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