El espinazo de la noche: el cielo como origen del pensamiento humano
- Alberto Pisabarro

- 5 jun
- 4 Min. de lectura
“Somos una forma de que el cosmos se conozca a sí mismo.”

Mirar las estrellas es una de las experiencias más antiguas que compartimos como especie. Mucho antes de la invención de los telescopios, antes de las matemáticas o de la ciencia moderna, ya levantábamos la vista al cielo con una mezcla de temor, deseo y curiosidad. En el fragmento del episodio que podeis ver a continuación se recoge esta esencia, narrada por Carl.
En El espinazo de la noche, Carl Sagan une nuestro pasado ancestral y nuestro presente científico. Podríamos decir que el episodio es, en cierto modo, una historia sobre el origen del pensamiento racional y cómo la observación del cielo nos llevó, poco a poco, a construir herramientas, medir el tiempo, entender los ciclos presentes en la naturaleza y finalmente preguntarnos quiénes somos y donde nos encontramos en el universo.

Sagan viaja a diferentes culturas antiguas —Babilonia, Egipto, Grecia, América Central, para que comprendamos que lo que hoy llamamos constelaciones, antes eran historias, dioses, advertencias, calendarios, un reflejo de la sociedad. Los pueblos proyectaban su visión del mundo en las estrellas, y de ese diálogo entre mitología y naturaleza nació, lentamente, la ciencia.
Uno de los momentos más reveladores del episodio ocurre cuando Sagan explica que, para muchas culturas, la observación del cielo no era un pasatiempo, sino una necesidad. El conocimiento astronómico era esencial para sembrar, navegar, sobrevivir. Pero también era una forma de darle sentido al caos (podeis verlo en el video que acompaña esta entrada).
Por eso, El espinazo de la noche no trata solo sobre astronomía. Trata sobre cómo, al mirar hacia el cielo nocturno, empezamos a pensar más profundamente. La primera brújula fue el firmamento. Y de esa brújula nacieron los primeros pasos hacia el conocimiento sistemático.

Uno de los puntos del episodio que yo diría encierra más poder, es el contraste entre las civilizaciones que usaron el conocimiento para liberarse, y aquellas que lo encerraron en el dogma. Sagan destaca, por ejemplo, el caso de los jonios en la antigua Grecia, como Anaximandro o Demócrito, quienes se atrevieron a pensar que la materia estaba hecha de átomos o que la Tierra flotaba en el espacio. Ideas que, por siglos, quedaron sepultadas por la superstición.
Y sin embargo, como muestra Sagan, esas chispas no se apagaron. La ciencia es una llama que a veces titila, pero nunca se extingue del todo. En las sombras de la historia, siempre hubo quienes mantuvieron viva la curiosidad.
“La ciencia no es solo compatible con la espiritualidad; es una profunda fuente de espiritualidad.” —Carl Sagan
Esta frase resume el espíritu del episodio. Porque El espinazo de la noche no desprecia la emoción ni el misterio. Yo diría que al contrario: nos recuerda que la verdadera maravilla no está en los mitos que inventamos, sino en la realidad que logramos descubrir.

Curiosidades interesantes
El título del episodio hace referencia a la Vía Láctea, que muchas culturas interpretaron como una columna vertebral del cielo —una estructura visible en la noche clara que guiaba a los viajeros y narradores.
Sagan explica que muchas palabras que usamos hoy —como “cálculo”, que viene de calculus, “pequeña piedra”— nacen de prácticas antiguas relacionadas con la astronomía y la aritmética.
El episodio hace hincapié en cómo el cielo servía como un reloj natural, ayudando a predecir las estaciones y regular las sociedades agrarias.
Se muestra la importancia de la biblioteca de Alejandría, uno de los centros de conocimiento más avanzados de la antigüedad, y su trágica destrucción.
La observación astronómica fue una de las primeras formas de ciencia colectiva, transmitida entre generaciones y culturas, mucho antes del método científico moderno.

Temas clave del episodio:
El papel del cielo nocturno en el desarrollo de la conciencia humana
La relación entre mitología, observación y ciencia
El nacimiento del pensamiento racional en las antiguas civilizaciones
La importancia del conocimiento astronómico en la vida cotidiana
La tensión entre ciencia y superstición a lo largo de la historia
La idea de que la ciencia también es una forma de espiritualidad
Al final del episodio, queda una sensación extraña pero hermosa: sabemos que venimos de una larga tradición de seres que miraron al cielo buscando respuestas. Y que, aunque hoy tengamos satélites y sondas, seguimos haciendo exactamente lo mismo que hacían nuestros antepasados sentados frente auna hogue en la oscuridad de la noche.
El cielo no ha cambiado, y aunque nosotros sí, al mirar las estrellas, volvemos a ser niños.
Nos vemos la próxima semana. En el próximo episodio, Viajes a través del espacio y el tiempo, Carl Sagan nos guiará en una fascinante travesía por los misterios de la relatividad y las posibilidades de viajar por el espacio y el tiempo.



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