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Parte 3: Nace el Observatorio lyra (septiembre–octubre de 2025)

  • Foto del escritor: Alberto Pisabarro
    Alberto Pisabarro
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura

El Observatorio Lyra toma su nombre de la constelación que alberga la brillante estrella Vega, visible sobre la Vega del Tuerto, la tierra donde se levanta este proyecto. “Lyra” hace también referencia a Hermes, el creador de la lira en la mitología griega, y une así tres raíces: el nombre de mi hijo, nuestro lugar en el mundo y el poder de la música como símbolo de armonía y belleza.

Esa música, precisamente, es la que da sentido a esta dedicatoria. Quiero rendir homenaje a mi amigo Nicolás Turienzo Robles, compositor y gran amante de la música, que nos dejó en agosto pasado. Su talento y su sensibilidad seguirán resonando, como una melodía que acompaña silenciosa cada paso de este camino.

“Algunos amigos no se marchan: simplemente cambian de lugar y siguen brillando, allá arriba, entre las estrellas.”

Desde ahora, cada vez que se abra el techo del Observatorio Lyra, recordaré que, de algún modo, Nicolás sigue presente: en cada nota, en cada recuerdo y en esa música eterna que une el cielo y la memoria.



Con la estructura ya terminada, comenzaba una de las fases más esperadas del proyecto: el montaje del techo corredizo, la instalación eléctrica y la puesta a punto final del observatorio. Cada paso acercaba más este sueño a convertirse en una realidad bajo las estrellas.



Montaje del techo corredizo (14–15 de septiembre de 2025)

Los días 14 y 15 de septiembre fueron de trabajo intenso y muy satisfactorio. Junto a mi amigo Iván Campo, construimos el techo corredizo completamente a mano, utilizando madera de pérgola, panel sándwich y un sistema de guías metálicas que permiten su desplazamiento suave y seguro.

El 14 de septiembre instalamos la estructura principal y los raíles por donde se movería el techo. El 15 completamos la parte superior, cerrando con paneles y refuerzos.

Todo el proceso quedó recogido en dos time lapse, donde se puede apreciar cómo el observatorio toma su forma definitiva en apenas unos segundos de vídeo.




Instalación eléctrica y conexión a Internet

Con el techo ya operativo, pasé a la instalación eléctrica, fundamental para el funcionamiento de todos los equipos astronómicos. Distribuí enchufes, puntos de luz e interruptores, asegurando que cada zona contara con su propia toma de alimentación.

También llevé una línea directa de Internet desde la vivienda, algo esencial para el control remoto del telescopio, cámaras y sistemas de guiado. A partir de este momento, el observatorio pasó a ser un espacio completamente funcional, listo para operar de forma autónoma y segura.


Pintura y preparación interior

Tras completar la instalación eléctrica, me dediqué a mejorar el acabado interior. Apliqué pintura especial para suelos de hormigón, diseñada para resistir la humedad y facilitar la limpieza. Después, lo barnicé para sellar la superficie y darle un aspecto más pulido y profesional.

El resultado fue un espacio limpio, ordenado y luminoso, que transmitía la sensación de estar a un paso de estrenar el observatorio por completo.




Instalación del motor del techo corredizo

Con el suelo terminado y las conexiones eléctricas listas, Beatriz y yo instalamos el motor encargado de abrir y cerrar el techo automáticamente, como era de esperar, esto me permite controlar la apertura del observatorio con solo pulsar un botón.

Fue uno de los momentos más emocionantes del proyecto, al ver por primera vez el mecanismo funcionando tal como lo había imaginado.



El traslado de los telescopios

Con todo listo, llegó el momento de trasladar los equipos. Primero llevé el Newton y el refractor ED80, dos instrumentos fundamentales de mis sesiones. Más tarde, instalé el FF107 sobre la columna central, cuidadosamente alineado para comenzar las primeras pruebas.

Cada montaje fue un paso más hacia el objetivo final: disfrutar del cielo desde un espacio propio, diseñado y construido desde cero.



Un sueño bajo las estrellas

El sábado 18 de octubre de 2025, con todos los telescopios montados y el techo funcionando a la perfección, el observatorio quedó oficialmente terminado. Encendí las luces, abrí el techo por primera vez con el motor y, al mirar el cielo desde allí, comprendí que el esfuerzo había merecido la pena.



Cada ladrillo, cada tornillo y cada día de trabajo han dado forma a algo mucho más grande que un simple edificio: un lugar donde los sueños y las estrellas se encuentran.

Hoy, el observatorio no solo es un espacio para mirar el cielo, sino también un recordatorio de lo que se puede lograr con ilusión, paciencia y constancia.

Ahora, cada vez que se abre el techo y el telescopio apunta al firmamento, siento que este pequeño rincón del patio se ha convertido en una auténtica ventana al universo.



De una vieja cuadra familiar nació un espacio de observación moderno, fruto del trabajo, la ilusión y la pasión por la astronomía.

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